Los pucelanos someten a un cuadro ribereño que nada pudo hacer en la segunda mitad. Juancho Bar en la portería rival, pieza fundamental para esfumar las esperanzas burgalesas (37-26)
El Tubos Aranda cae de manera contundente frente a un Recoletas Atlético Valladolid claramente superior de principio a fin (37-26). Los ribereños se toparon con Juancho Bar en portería ya desde la primera mitad, y a pesar de los intentos tanto en ataque estático como al contragolpe, no lograron evitar lo inevitable. Un último cuarto de hora duro en lo anímico terminó pasando excesiva factura y provocó un marcador más abultado de lo habitual. Los casi 500 valientes arandinos, los verdaderos protagonistas de un día para olvidar en lo deportivo, y para enmarcar en lo social.
Ya desde el inicio quedó patente que Atlético Valladolid no iba a ceder ni un sólo centímetro de ventaja a los ribereños. No obstante, a pesar de un primer parcial de 3-0 en contra, el Tubos Aranda supo levantarse para llegar al minuto 15 a tan sólo dos de los pucelanos (7-5). Así pues, el fino termómetro del colegiado se convirtió en una dura barrera a superar a consecuencia de las constantes exclusiones (discutibles) tanto de Fischer como de Dalmau Huix.
El segundo ecuador de la primera mitad trajo consigo la ruptura no definitiva, pero sí sumamente relevante, para la pugna por los puntos. Juancho Bar en portería y Álvaro Martínez en ataque se echaron al equipo azulón a las espaldas para dejar el partido sumamente encaminado. Ventaja en el marcador que también se vio incrementada tras una acción polémica en la que el colegiado excluyó a Arthur Pereira con el tiempo cumplido (17-13).
Una ausencia que repercutió de manera doble en la vuelta de vestuarios. La inferioridad numérica y la ausencia de uno de los grandes baluartes ofensivos trastocó los planes de un Javi Márquez que intentó desde el banquillo encontrar soluciones sin éxito. A pesar del empuje de Alex Berbel, jugador más destacado en ataque, el equipo poco a poco se fue viendo sometido por los locales, que encontraron en el juego vertical una fórmula de gran éxito.
Si bien a falta de veinte minutos el duelo ya estaba prácticamente resuelto y con una diferencia de hasta diez goles (27-17), la inercia de dinámicas contrapuestas y la falta de acierto amarillo terminó sometiendo en exceso al Tubos Aranda (37-26). Derrota contundente, dura en lo emocional y que deja como gran nota positiva la inolvidable marea amarilla en las gradas del Huerta del Rey. Incombustibles en sus ánimos, la afición del Tubos Aranda despidió entre aplausos y orgullosa a un equipo que ahora tiene una cuenta pendiente a devolver con los suyos.
Será el miércoles la primera oportunidad de redención, día en el que Benidorm visitará el Santiago Manguán en la jornada aplazada por la DANA. Cita entre rivales directos y cuyos puntos en juego pueden marcar un antes y un después para cerrar un mes de noviembre cargado de exigencias.